Por Jairo Caicedo/Colombia
Cali, octubre 3 (ABP). El Sur occidente Colombiano presenta un panorama preocupante de violaciones a los derechos humanos por parte del Estado. Los organismos estatales y paraestatales llevan a cabo continuas acciones en contra del movimiento popular. En el Valle del Cauca específicamente, se han vuelto permanentes los señalamientos y detenciones en contra del movimiento campesino y obrero a la par de las organizaciones populares barrial y cultural.
El ambiente departamental se encuentra signado por la represión hacia todo lo disidente. Es precisamente en este marco donde se inscribe la lucha estudiantil en las universidades del Valle y Nacional de Palmira.
Contra el PND y el recorte a las transferencias:
Las universidades del departamento se sumaron a las jornadas nacionales en contra del Plan Nacional de Desarrollo y del recorte a las transferencias territoriales, que se generaron en todo el país desde mediados del mes de abril hasta finales del mes de mayo de 2007. Como parte de dichas jornadas, se realizaron reuniones informativas sobre el impacto de esta legislación sobre la educación pública nacional. Las masivas jornadas se vieron acompañadas por los señalamientos y detenciones contra la comunidad universitaria que se sumó a la movilización.
En Palmira, del 29 de mayo al 2 de junio, se realizaron movilizaciones combativas con la presencia de estudiantes de la Universidad Nacional, de la sede Palmira de Univalle, y de los colegios públicos de la ciudad. La respuesta estatal consistió en inundar las manifestaciones con personajes en motos que provocaban a los marchantes y les tomaban fotos. El 30 de mayo varios de estos sujetos amenazaron a los marchantes con “quebrarlos”, al tiempo que unos supuestos trabajadores de la empresa transportadora Coodetrans, que se encontraban armados con pistolas, transmitían por radio los sucesos de la marcha. Varios grupos de policías filmaron la movilización y transitaron en camioneta por los alrededores de la UN al finalizar las actividades. Posteriormente, con la instalación del campamento estudiantil en el campus de la UN, se incrementaron las intimidaciones y el seguimiento a los líderes estudiantiles quienes fueron intimidados por hombres que se movilizaban en camionetas polarizadas que circulaban por la zona constantemente.
En la Universidad del Valle la situación no fue distinta. Con una coyuntura particular, en la que en poco más de un año han sido asesinados cuatro estudiantes de la institución (Jhonny Silva, William Ortiz, Julián Hurtado y, el 3 de agosto pasado, Katherine Soto), y donde los señalamientos contra líderes estudiantiles y trabajadores se han vuelto una constante, la Univalle logró unificar propuestas en torno a la organización y movilización estudiantil contra el gobierno uribista ilegítimo y su legislación antipopular. Los estudiantes participaron activa y combativamente en la jornada del 23 de mayo, donde miembros de la comunidad universitaria fueron agredidos y señalados por parte de efectivos de la Policía Nacional en inmediaciones del Parque de las Banderas. En el marco de las manifestaciones de inconformismo del movimiento estudiantil en la Avenida Pasoancho, fueron detenidos dos estudiantes acusados falsamente de terrorismo y rebelión. Así mismo el campamento estudiantil que se levantó en el edificio de la Administración Central fue amenazado varias veces a altas horas de la noche por camionetas polarizadas que se situaban en las afueras del campus haciendo en dos ocasiones tiros al aire.
A pesar de la intimidación el movimiento secundarista avanza:
Los estudiantes de secundaria del país respondieron con creces al llamado de FECODE de paro nacional indefinido contra el PND y el recorte a las transferencias. En consecuencia los jóvenes estudiantes lideraron un proceso de amplias perspectivas y le dieron lecciones de combatividad y organización al magisterio e incluso a los estudiantes universitarios. El Valle del Cauca no se quedó atrás: los estudiantes de los principales colegios públicos de Tulúa y Buga, y de la casi totalidad de instituciones de Cali y Palmira realizaron tomas, movilizaciones y mítines que permiten vislumbrar un movimiento estudiantil en formación orientado hacia la lucha y la defensa de la educación pública. Los jóvenes secundaristas supieron enfrentar la represión y el terror oficial, así como la indecisión de gran parte de los maestros que no asumieron las jornadas que ellos mismos convocaron. En Cali los estudiantes del Colegio Santa Librada, del Politécnico, el Ciudad de Cali, el Donald Tafur y el INEM sortearon las continuas amenazas de la Policía Nacional de tomarse las instalaciones de sus colegios. Varios compañeros del movimiento estudiantil fueron presos del señalamiento sistemático de miembros de la fuerza pública. Así mismo las instalaciones tomadas fueron frecuentadas por vehículos polarizados y por gente extraña que preguntaba por la identidad de los ocupantes de los edificios. Las movilizaciones por las calles de la ciudad fueron de gran magnitud, y en ellas se demostró el espíritu revolucionario de la próxima generación del movimiento estudiantil.
¡Compañera Katherine Soto Presente!:
El pasado 3 de agosto de 2007 en horas de la madrugada, en inmediaciones del corregimiento de San Cipriano en el municipio de Buenaventura, fue asesinada por parte de efectivos del ejército Katherine Soto y herido gravemente Rolando Quintero, ambos miembros de la comunidad estudiantil de la Universidad del Valle. Cuatro impactos de fusil dieron fin a la vida de Katherine, quien a sus 21 años de edad era profesora del Liceo Latino, activista comunitaria e ingresaba a séptimo semestre de Ciencias sociales. Rolando recibió tres disparos en una de sus piernas y fue trasladado displicentemente por los militares a un centro de atención donde la inasistencia de sus agresores lo obligó a asumir todos los costos médicos que le dejó el atentado.
Ante las denuncias de la comunidad universitaria y de los medios de comunicación, el general de la Tercera Brigada, Leonardo Gómez (posteriormente inmerso en el escándalo de vínculos con el narcotráfico) “admitió” el “error” de sus tropas y señaló como sospechosa la presencia de los estudiantes a esas horas en el sitio. Familiares de Katherine fueron instados por uniformados a no poner demandas en contra del Estado, que ellos “darían plata” y que estuvieran tranquilos. Con el asesinato de la compañera vemos como en menos de dos años como cuatro estudiantes de la Universidad del Valle fueron eliminados por la sistemática acción de los aparatos estatales y paraestatales de represión. Asistimos entonces a una nueva manifestación del terrorismo de Estado: el “errorismo”, en la cual los asesinos encubren sus crímenes como supuestos errores.
La reacción del estudiantado no se hizo esperar y el 7 de agosto, cuando los oficiales de la Tercera Brigada asistían a la misa que en su honor brinda la Arquidiócesis de Cali en la Plaza de Cayzedo, hicieron sentir su voz de protesta y su rechazo al “errorismo” de Estado. Los estudiantes boicotearon hábilmente el festejo de los genocidas y salpicaron a los asesinos con la sangre que han hecho derramar en su accionar represivo en los campos y ciudades de Colombia.
Infiltración en el campus:
El viernes 21 de septiembre de 2007 a las 10:30 AM, a un día de cumplirse los dos años del asesinato de Jhonny Silva por parte de miembros del ESMAD de la Policía Nacional, fue detenido al interior del campus de Univalle un efectivo de dicho cuerpo homicida que se encontraba de civil tomándole fotos a la comunidad estudiantil y realizando actividades de inteligencia en el marco de la estrategia de infiltración de las universidades públicas del país. Los estudiantes lo detectaron, dándole captura y procediendo a tomar la justicia en sus manos. Trabajadores y administrativos de la Universidad llevaron al policía a la Administración Central para asegurarlo y para indagar sobre el infiltrado. El policía lleva cuatro años en el ESMAD y admitió ante las cámaras de un noticiero regional estar llevando a cabo operaciones de inteligencia dentro del campus. La comunidad universitaria exigió la claridad de la Policía Metropolitana sobre sus políticas de infiltración al interior de la institución educativa.
Un futuro de lucha y organización:
La actividad de los jóvenes revolucionarios del Valle del Cauca no se circunscribe solamente a sus reivindicaciones estudiantiles, desde los colegios y universidades se destacan hombres y mujeres para las luchas populares de nuestro pueblo. Los estudiantes han sido activos forjadores de la unidad popular construyendo organizaciones combativas en los barrios y veredas, participando en las luchas del pueblo trabajador y haciendo suyas las exigencias del movimiento campesino del departamento. La coyuntura actual de las universidades del Valle del Cauca, marcada por la desfinanciación neoliberal y el terrorismo de Estado, permite adivinar un futuro cada vez más combativo y revolucionario donde los estudiantes fortalezcan la unidad patriota y bolivariana contra el gobierno ilegítimo de Uribe Vélez. Desde los círculos de estudio hasta el tropel, desde la asamblea hasta la movilización, los estudiantes están levantando las banderas de oposición al régimen y por la construcción de la Nueva Colombia. Serán, sin lugar a dudas, dignos hijos del Libertador y orgullosos seguidores del camino de Hernando González Acosta.
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