Desde el lunes, las FARC habían emitido un comunicado en su página de Internet, fechado el pasado 31 de agosto, en el que decían que, como habían prometido, entregaron al CICR y al ex ministro Álvaro Leyva “la información sobre el lugar donde se encuentran los despojos mortales de los once diputados”.
En efecto, Leyva y los delegados del CICR recibieron las coordenadas donde se encontraban los cadáveres de los legisladores del Congreso local del Valle del Cauca por conducto de una tercera persona, cuya identidad no ha sido revelada, y encontraron hoy los once cuerpos.
Se suponía que ayer iban a estar de regreso en la ciudad de Cali, donde los esperan los deudos de los diputados y un equipo de forenses de España, Francia y Suiza que tratará de establecer las circunstancias de su muerte, pero el helicóptero en el que viajan no pudo despegar a causa del mal tiempo en la zona, según explicó Gaviria.
El asesor presidencial también reveló que la entrega tuvo lugar en algún lugar entre los departamentos de Nariño y Valle del Cauca que no pudo especificar. Cuestionado por UN Radio sobre la suerte de otro diputado que formaba parte del grupo y, según las FARC, sigue vivo, Gaviria dijo que tampoco tenía esa información.
Los doce legisladores fueron secuestrados en 2002 en la sede legislativa del Valle del Cauca por un grupo de élite de las FARC. En los siguientes cinco años se recibieron varias pruebas de que estaban vivos, pero el 28 de junio pasado la organización guerrillera informó que habían muerto “en medio del fuego cruzado” entre sus milicianos y “un grupo militar sin identificar”.
En su comunicado de ayer, el grupo armado afirmó que no ha logrado identificar “al agresor”, pero que seguirá intentándolo. “Reiteramos nuestra responsabilidad como garantes que éramos de la integridad de los diputados”, agregaron en el texto, al tiempo que rechazaron “enérgicamente las lágrimas de cocodrilo del presidente Álvaro Uribe tratando de eludir la suya”, pues ue el mandatario ha dicho en varias ocasiones que lo que ocurrió fue “un asesinato”.
Los familiares de las víctimas culparon a ambos bandos por la muerte de sus seres queridos. “La guerrilla y el presidente Uribe son los asesinos de mi papá”, dijo Alejandro Orozco, hijo de uno de los fallecidos, después de enterarse de la noticia.
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