ANDRES MESTRE
Hace 12 años, en horas de la mañana de ese día de zozobra, de angustia y de dolor, el último día de la presencia física de ANDRES, ella DOLORES con el alma desgarrada creyó que el Estado existía. En su transparencia luego de ver que su marido era llevado por un grupo de paramilitares, que en ese momento se hacían llamar de las “Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá”, después cambiaron de nombre, y de oponerse infructuosamente a que se lo llevaran se dirigió a Turbo buscando las autoridades para que hicieran algo. DOLORES llegó a la personería y allí se encontró con la burla socarrona e irónica de la policía de Turbo, y así, pasaron las horas buscando en una puerta y otra puerta, y lo único que encontraba era el silencio, la frialdad o la risa de las instituciones. Con el paso de las horas y de los días comprendió que el Estado no es el garante, ni el árbitro que dice ser, sino una serie de cuerpos atrapados en las redes criminales o de la criminalidad.
Poco a poco en la región del Urabá Antioqueño se han desnudado los tentáculos de la interacción de la estrategia paramilitar con
Desde hace 12 años por todos los medios a su alcance la familia de ANDRES ha transitado de despacho en despacho, ha aportado pruebas, ha ido tejiendo versiones e indicios que han ido esclareciendo lo que sucedió hace 12 años. Gracias a su persistencia se logró ubicar el lugar donde los paramilitares del Bloque Bananero enterraron a su esposo cerca de la pequeña parcela. Ella misma con prendas de ropa de su marido logró mostrar, no solo con las muestras de sangre, que los restos eran los de su compañero con quien desde los 16 vivió el amor.
Poco a poco, como inspirada en la bella mujer de la operación sirirí, ha ido desenterrando la verdad a pesar de que los circuitos de la impunidad se amplían. Lo que un día empezó en Turbo se ha trasladado a Medellín y a Bogotá en papeles y un expediente que destila negligencia, inoperancia, ineficacia. Hoy como la frialdad del guerrero el ente investigador continúa actuando, sin ubicarse en el lugar de la víctima, protegiendo a los victimarios, algunos de los cuales están a punto de ser extraditados por tráfico de drogas. Los investigadores, amantes de la facilidad, para llenar la formalidad se protegen tratando de que ella individualice a los responsables, no escatiman esfuerzos para desestimar el valor de DOLORES.
Y entonces, los justicieros que ofician como guerreros la acusan de haber acudido a
“Que voy a estar pensando en el dinero, cuando sueño con mi marido él está ahí, compartiendo su afecto, su abrazo, aún en las noches que pasan como una eterna soledad. Dice la fiscal que yo estoy buscando es plata porque demande internacionalmente el caso, pero quieren olvidar de un tajo que nunca tuve respuesta del e Estado colombiano o mejor si, que ahora con las declaraciones de los paramilitares, nos damos cuenta que es cierto mi pensamiento y los del resto de la comunidad atropellada por la misma causa. .Mi proyecto de vida que tenía construido junto a mi esposo y a mis hijos se desintegró; mis hijos no pudieron seguir estudiando, yo sufrí traumas; mientras que los actores del hecho que destruyó mi vida, la de mi esposo y la de mis hijos, junto con sus familiares gozan de trabajos, estudios y subsidios; lo que queda en claro es que los victimarios somos nosotros y las víctimas son ellos”
ANDRES está ahí, en noches de espera, en los sueños que lo evocan y lo traen, en el espacio de la intimidad, en el tiempo del amor, ese amor que suscita desenredar la maraña de la impunidad, que conmueve y que transforma, que exhuma la verdad, que afirma la justicia , que hace de los dolores esperanza y alegría.
Bogotá, D.C. 29 de agosto de 2007
COMISION INTERECLESIAL DE JUSTICIA Y PAZ
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